Archivos para febrero, 2014

Screen Shot 2014-02-26 at 8.39.40 AM

Tú que llevaste a donde fuera el nombre de tu madre

El mundo guardó silencio cuando cruzabas las piernas para poner la guitarra.

El Flamenco, esa nave de los parias, hizo que habitaras el puerto de Algeciras

Aún estando en Nueva York,  en las Playas de Tulum,  o en la Habana

Siempre en tu territorio que son dos ojos y el mar salpicado de Africa.

Entre dos Aguas puedo encontrar los sonidos de un sueño: Música!

Ya veo, Paco, las aves rapaces, flamencólogos y ministros

Escribiendo libros, creando institutos, premios y antologías

Mientras el cuerpo viaja inerme desde Yucatán a Gibraltar

Tu  juegas de nuevo con Camarón en los callejones de Andalucía.

Conversación

Publicado: febrero 19, 2014 en Uncategorized

A veces sospecho del entendimiento de mi interlocutor.

Pienso que hemos estado engañándonos todo el tiempo

Que si yo fingí entenderle cada palabra suya

El también pudo hacerlo y mucho mejor que yo

Error Victoriano

Publicado: febrero 16, 2014 en Narrativa
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Equivocado Shakespeare cuando dijo

Despedirse is the sweetest pain

No tuvo el gracioso gozo de esperarte

Ese es el dolor más dulce.

Y también el inicio de todos los placeres.

Cuando llegas del otro lado de la Ciudad

vienes de tus cosas a mis cosas

Abres con delicadeza las puertas de mi vida

Con cuidado de no despertar a los fantasmas

Que sin saberlo también te esperan

Porque tu ya no les tienes miedo.

Fernando Gonzalez

Fernando Gonzalez

Cómo se que en Valencia, donde naciste, el mediterráneo perezoso se presta para conversaciones sin fin y que el haber nacido cerca del mar (y morir tan lejos) te hizo un cultivador excelso de la «Anécdota» o el arte de reírse de un recuerdo; yo, un pobre televidente que desde niño se acostumbró a verte y que desde entonces ya te veía cariñosamente viejo, quiero contarte  una pequeña anécdota.

Esta no es una historia de la Televisión, Fernando, es una historia de la Radio. Tu que fuiste un mago de los directos, sabes que la inmediatez hace que los periodistas cometan ciertas estupideces que en el momento creen geniales, por ejemplo concebir algo tan ridículo como «El Tema del dia»  ¿Cómo asignarle un tema al día antes de que el día suceda? El ejercicio siempre girará en torno a un asunto pasado o la suposición de uno futuro, ¡vaya sandez!. Pero en algunos programas matutinos, suelen tener un sólo tema sobre el cuál la gente llama y opina.

Antes de tu retirada en algún punto de los 90s  Julio Sanchez Cristo, mejor conocido como «Julito» hizo gala de su soberana angostura intelectual cuando mi papá, un hombre que nunca había llamado a opinar a un medio de comunicación, porque como el mismo decía andaba con el «opinador» dañado, levantó el auricular de un viejo teléfono de disco y marcó con paciencia el número que anunciaban para que la audiencia diera respuesta a la siguiente pregunta: «¿Cuál es el colombiano que más admira?» Cuando ya el programa radial terminaba y la admiración de la gente no acababa de resolverse entre Gabriel García Marquez y El Pibe Valderrama, mi papá entro en contacto con la voz altiva de Julito y en el momento de responder pronuncio tu nombre: «Fernando Gonzalez» La mesa de trabajo celebró la respuesta y complementó: «Claro el querido pacheco, el grande de la Televisión» antes de terminar los halagos mi padre corrigió: «No sean bestias, me refiero a Fernando Gonzalez el filósofo de Otraparte» Julito colgó el teléfono y dejo a mi papá con una extraña satisfacción: haber despertado en algún oyente, e incluso en el mismo conductor del programa, la inquietud por conocer al autor de «Viaje a Pie» y el «Hermafrodita dormido»

La muerte, querido Fernando, me la imagino, tu me dirás, como volver a aquella arcilla en donde el ego y el orgullo alguna vez se formaron, dónde el nombre propio se pierde y conservamos el fuego primitivo que somos, ya no hay reflejos y e ilusiones de ser alguien, aún si se hubiera sido muy famoso. Vuelves a ser el bebé que nace  en Valencia en medio de la Guerra Civil, el payaso,el torero. el boxeador, el piloto, el paracaidista  y también, por qué no, el filósofo de Envigado. Vuelves a ser todas las posibilidades, vuelves a ser todos y nada.

¿El mar y la muerte se parecen, Fernando? Alguna vez dijiste que cuando trabajabas de marinero raso en la flota mercante GranColombiana,  a comienzos de los años 50s, habías descubierto que «somos una pulga ante la inmensidad del mar» Fernando, la pulga que fuiste, de la especie de pulga que hayas sido, de este u otro planeta, fue muy luminosa. Adeu.

Buggly

Publicado: febrero 8, 2014 en Uncategorized
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Insecto que produce un error en el sistema

Insecto que produce un error en el sistema

«Un error de software, comúnmente conocido como bug (bicho), es un error o fallo en un programa de computador que desencadena un resultado indeseado»

Tentador pensar que el fracaso de una sociedad obedece a un «Bug divino», un imperceptible error del sistema. Para los que han tenido cerca a un ingeniero escribiendo líneas de código (la imagen anversa y siniestra del escritor) la palabreja resultará familiar: Bug es la forma en que los ingenieros  denominan la aparición de un error, de un ruido atorado en la supuesta perfección de las máquinas. Valió la pena averiguar la entomología del término, uno acaba remontándose al vuelo insidioso de un «Bicho» que de pronto, mientras planeaba sin sentido en esa sutil libertad que existe en todo vuelo, decidió introducirse por el ventilador de una maquina y morir de aburrimiento en el cobre de su procesador, produciendo un daño inesperado en el sistema, además de un ruido que lo enrarece todo.

Así fue descubierta «Andrómeda» la sala de espionaje militar que funcionaba en el mismo domicilio de un almorzadero corriente  y un misterioso club de «nerds» obsesionados con internet.  El espia sabe que todo orden es vulnerable y a ello debe su exsitencia, el hacker vive asechando el error, siempre existente, para posarse ahí y horadar el frágil sosiego de la privacidad, tal y como el gusano que atraviesa y vive dentro de la manzana

¿Que bicho extraño se metió en las cabezas de los que fraguaron esta operación  para que su sistema fallara y fuera desmantelado su pequeño circo?

Seguro que hay cientos de salas de este tipo en todo el País. Colombia es un país generoso con el espia, es un gran cuarto de San Alejo, oscuro recodo del mundo idóneo para esconder secretos.  Tapar y destapar, como se tapan y destapan los amantes, en esta cama gigante, de motel, que es nuestra patria. Por ello detrás de las fachadas siempre hay una trastienda, que contiene un pequeño cosmos de humillaciones, chismes y fallos. En el segundo piso de muchas casas hay una galaxia de verguenzas tan grande como «Andrómeda»

Screen Shot 2014-02-02 at 9.59.33 PMLa primera vez que lo vi actuar yo tenía 15 años y descubría apenas la existencia de algo llamado «Cine norteamericano independiente»  Rubio ,casi albino, representaba a un tímido oficinista, incapaz de sostener relaciones duraderas. La película se titulaba «Happiness» una de lás cintas más patéticas y brillantes que había visto hasta el momento. Philip  fue para mí la revelación de lo que es un actor: aun siendo actor, es decir, portador de una mascara siempre expuesta al escrutinio, necesariamente extrovertido, podía representar muy bien la timidez, la introversión. A pesar de verlo en Cine, me daba la impresión, como en el teatro, de tenerlo ahi cerca, lo podía sacudir y decirle: «Hey amigo, no te masturbes, tu puedes tener a la chica que desees». Muchas veces odie en los personajes de Seymour lo aberrante y anodino de mi propia personalidad.

Después fue el enfermero de un paciente terminal en la película talismán de mis 18 años, «Magnolia»Siempre aprecie aquella manera en  que Philip rompía el molde de cualquier papel secundario, esa manera de no hacer nada, llena, repleta de sentido. Lo ví haciendo de Capote, de Maricón, de Mafioso, de él mismo, al fin y al cabo

Cuando fui a Nueva York, en un arrebato a los 22 años, me pareció verlo en alguna calle de Manhattan, en sudadera, y gorro de invierno. Puede ser que haya sido una ilusión, da igual, Philip podia, tenía la capacidad de ser cualquier newyorkino, cualquier hombre comun, cualquier oficinista anónimo. Le daba a uno la impresión de poderlo encontrar a la vuelta de la esquina, en un bar, en un aeropuerto, tan real, que lo podías encontrar en su baño, muerto, con una dosis de más en sus venas y preparando su próximo papel. Bye my friend!